la abuela boliviana

la abuela no hablaba mucho de su vida, aunque a veces me contaba cosas. quizás me contaba cosas siempre y yo la visitaba poco, en verano más que nada.

otra cosa que me costó hilvanar fue que la abuela era sobreviviente de violencia doméstica. lo sabíamos, mi viejo no lo ocultaba, aunque no en detalle. quizás por eso casi lo único que me contaba del abuelo que no conocí fue que le gustaba jugar al solitario, mientras vaciábamos la mesa para llenarla de cartas después de comer.

una vez, ya adulto, de la nada nos contó de cómo abortó varias veces con la ayuda de un médico del barrio hasta que un día decidió que quería tener una nena y ahí llegó mi tía. también dijo que al abuelo no se le podía decir que no. lo que importaba de la historia era que la abuela era abortera. la ficha de la violencia sexual que nadie había mencionado nunca me cayó años después, cuando ya no estaba.

la abuela era bastante racista y misógina por cuenta propia, también. me decía que yo era bolitano, porque mi otra abuela era italiana.

una vez me dijo que su papá había sido vendedor de telas, que se venía hasta buenos aires a comprarla y andaba con pistolas. quizás lo de las pistolas lo agregué después. también me dijo que no éramos campesinos ("es bruto el campesino"). tiró la onda que quizás éramos marrones porque teníamos ascendencia árabe, en sospecha ahora porque la abuela tenía un nombre de origen árabe y había tenido anemia toda la vida por ser talasémica. hace poco verifiqué la historia con mi viejo.

también está la conversación que ya conté sobre decir que era jujeña si en el barrio preguntan. ya que la piel, la altura, el acento la delataban, al menos que no la menosprecien por ser migranta, o que no la confundan con campesina, no se sabe qué sentía peor.

era de la ciudad pero nunca tengo registro de cuál. en mi imaginación nunca me dijo, pero bien podría volverle a preguntar a mi viejo, porque siempre que le pregunto me olvido.

otra vuelta me dijo que enderece la espalda, que ella se había arruinado la espalda porque ya era tetona desde los catorce años y las viejas del barrio cuchicheaban para que las escuche que ya era puta tan chiquita. entonces ella, de vergüenza, se las escondía encorvando la espalda.

(nadie me dijo que enderece la espalda por orgullo.)

me acordé de otras cosas.